viernes, 29 de junio de 2012

DÍMELO EN LA CALLE - La indagación poética.

DIMELO EN LA CALLE (2002)
No permita la virgen (Sabina) 4:12 – Vámonos p´al sur (Sabina-Varona-De Diego) 3:36 - La canción más hermosa del mundo (Sabina-Varona-De Diego-Véliz) 4:54 – Como un dolor de muelas (Marcos-Sabina-Varona) 2:57 – 69 punto G (Sabina-Varona) 4:03 – Peces de ciudad (Sabina-Varona) 5:05 – El café de Nicanor (Sabina) 4:57 – Lágrimas de plástico azul (Sabina-Della Maggiora) 3:45 – Yo también se jugarme la boca (Sabina-Senante) 4:31 – Arenas movedizas (Sabina-Varona-De Diego) 4:47 – Ya eyaculé (Sabina-Varona-De Diego) 4:37 – Cuando me hablan del destino (Sabina-Varona-De Diego) 3:43 – Camas vacías (Sabina) 5:05 – Semos diferentes (Sabina) 4:28

Producido y arreglado por Pancho Varona y Antonio Gª de Diego
Músicos: Antonio Gª de Diego, Pancho Varona, Joaquín Sabina, Juan Aguiar, Pedro Barceló, Paco Bastante, Trevor Morais, Javier Carretero, Simón "Bigsimon" Echevarria, Juan González, Suso Ramallo, Sergio Véliz, José Luis Crespo, Andreas Prittwitz, Jim Kashisian, Luis Dulzaides, Víctor Merlo, Dayán Abad.
Coros: Olga Román, Antonio Gª de Diego, Pasión Vega, Pancho Varona, Sergio Véliz, Joaquín Sabina, Jesús Quintero, Sabio de Tarifa, el amigo desconocido, Daniel Pérez Prada, Daniel Remesal, Tempest, Rodrigo-Fra, Jimena Coronado.

El retorno de la terna compositiva Sabina-Varona-de Diego, ausente luego de Yo, Mi, Me, Contigo-Enemigos Intimos- para la primera obra de Sabina luego del infarto cerebral que lo tuvo cerca de la muerte. Y la experiencia está documentada, aquí y allá, en el álbum. Hay un sujeto que tiene la impronta del paso del tiempo y la inminencia de la muerte (La canción más hermosa del mundo, Camas vacías) como también otro que deja la piel en el romance y que, a diferencia del de 19 Días… es menos melancólico y se encuentra en pleno movimiento.
Los temas ya son buenos en paños menores y sin maquillaje. Son filosos, reclaman un escucha distinto del que construían las obras anteriores. A nivel poético se aleja por primera vez unos pasitos de la luz de la referencialidad, sus metáforas se vuelven más surrealistas. Incluso lo narrativo, tan presente en discos anteriores, está relegado o reviste la forma de una relación oscura y muy poética a la manera de Peces de ciudad o pequeñas inserciones en textos básicamente expositivos como Vámonos pa´l sur.
Acaso la gestación prolongada (sin prisa y sin coca, según Joaquín) haya sido determinante en el carácter reposado y acústico de la mayoría de los temas, lo cual permite que se destaque la poesía. Constantes a nivel musical son el clima acústico, una percusión sin batería y segundas voces al unísono.
Una vez se podría decir ¿el mejor disco de Sabina?

No permita la virgen es un comienzo fuerte, Joaquín juega con imágenes extrañas, hay un doblar la apuesta en lo metafórico, imágenes reconocibles aparecen entablando juego a otro nivel referencial. Hay un alocutario que bien podría ser el oyente y una apelación que abre y cierra el texto: “No permita la virgen que tengas poder”. Según Joaquín se trata de una reflexión sobre los medios y la fama: "tiene mucho que ver con esa cosa tan de ahora de trivializarlo todo y esa dictadura de la ignorancia que se exhibe constantemente en televisión y que está contribuyendo a crear la cultura de la incultura". La penumbra referencial habilita esa lectura y muchas otras. Hay una visión pesimista del mundo (extraño en Sabina): “Cuando labios sin ánima quieran quererte, al contado, liquida la tienda” y una reflexión sobre la belleza que comienza con un guiño homenaje a Silvio Rodríguez: “La belleza es un rabo de nube...” (más adelante aparecerá una alusión ¿involuntaria? a Julio Iglesias: “no me quieras matar, corazón”). Es un momento reflexivo similar al de Siete crisantemos.
Un tema en ¾ con las asperezas de un cuadrado. Un estribillo que gana terreno sobre el motivo básico y un final cerrado, que vuelve al primer verso. El plan general debe bastante al Dylan más rústico, con sus acústicas y su armónica y la vocalización áspera. Los arreglos crean un clima sencillo y efectivo.

Vámonos pa´l sur indica que si el rock and roll está relegado en este disco, esto sólo se debe a una elección personal, ya que Sabina, Varona y De Diego siguen siendo tan buenos en eso como siempre, aunque les interese otra cosa. Es un petardo a base de fraseo vocal, densidad acústica, mucha distorsión y un puente con un bajo que se marca a fuego. La letra parece ahondar en lo autobiográfico, en especial en su propio perfil de cantautor-a-sueldo (“Mi dueto de cua-cua con el Pato Lucas/Rodó por los baretos de la ciudad/¿Qué quereis?, aprendí a malvivir del cuento/Pintando autorretratos al portador”) ya mencionada en otra reflexión sobre el presente, Siete crisantemos. La oposición Norte-Sur (además de la consabida relación entre dominantes y dominados) podría tener connotaciones particulares para un peninsular que se nos escapa a los rioplatenses; pero la mención a la estación de Francia nos lleva al la entrañable “Les varamadors” de Joan Manuel Serrat.
Podría ser una segunda apertura, por la relación con el título ("No os paséis con la ley Dímelo en la Calle") y el tono agresivo que cuadra con el sujeto peleador de la tapa. Fue uno de los primeros temas en ser registrado.

Si desmerecer a los precedentes (y a la mismísima poesía de los precedentes), La canción más hermosa del mundo es el tema donde Sabina y Co. despliegan todo su potencial melódico y lírico. La letra ratifica la búsqueda poética de los temas anteriores. Hasta el estribillo podría verse como un nuevo intento de reescribir Mi niñez, de Joan Manuel Serrat (ya lo había hecho –y bien- en República Feliz, luego grabado por Juan Carlos Baglietto). Y la temeridad se ve justificada. Sabina se florea en lo que más domina, la enumeración: "Mi Annie Hall, mi Gioconda, mi Wendy, las damas primero /Mi Cantinflas, mi Bola de Nieve, mis tres Mosqueteros". El entrelazamiento de elementos reales e imaginarios va tejiendo un derrotero que trasciende ese estadio idílico de la infancia para recalar en ese momento biográfico culminante del deseo, del intento (ya expresado en Nacidos para perder) por trascender la “ninguneante” realidad (“Mariposas que cazan en sueños los niños con granos/Cuando sueñan que abrazan a Venus del Milo sin manos”) y llegar hasta el presente, signado por: a) la consagración y el desencanto: “Me libré de los tontos por ciento del cuento del bisnes/Dando clases en una academia de cantos de cisne”. Una vez más, el recurso de la alteración mínima de la frase ("tontos" en lugar de "tantos") o el agregado de palabras ("de cisne") generando un rebote semántico totalmente nuevo.
b) las recientes experiencias clínicas: “Frente al cabo de poca esperanza arrié mi bandera/Si me pierdo de lista esperadme en la lista de espera/Heredé una botella de ron de un clochard moribundo/Olvidé la lección a la vuelta de un coma profundo”. El segundo verso recuerda a A mis cuarenta y diez, (de hecho es la misma actitud irreverente ante algo tan serio como la muerte).
Es un tema nodular por donde pasan varios nervios principales del álbum. El tema del "show bisnes" lo liga al anterior Vámonos pa´l Sur y la mención a Simbad del marino y al "cabo de poca esperanza" anticipa el clima aventurero y pirata de Peces de ciudad.
Una primera parte de sintetizador, bajo y percusión impone un clima serio que la voz de Sabina desbarata con sorna. Luego llega la banda y una segunda alta en unísono. Magistral en sentido literal.

La letra de Como un dolor de muelas nació a partir de un poema que el Sub-comandante Marcos le entregó a Sabina años atrás. "Me mandaba un trocito de letra y a mí, que soy de pueblo, y que los grandes revolucionarios me han dejado siempre un poco como aplastado, (…) la responsabilidad histórica me pesó tanto que estuve ocho años sin poder hacerlo, completamente bloqueado. Hasta que decidí añadirle un trocito de letra, Pancho Varona (…) me trajo una melodía preciosa y pues que la hemos grabado". Existen dos versiones, la primera dice que el poema en sí era muy breve para una canción y por lo tanto Joaquín le agregó una segunda parte; la segunda que, poco convencido de la lírica del Sup, mantuvo la primera parte y reemplazó la segunda por versos propios. De cualquier manera el resultado final es altamente efectivo, emocional y poéticamente hablando, donde resuenan al mismo tiempo lo estético y lo revolucionario: “Ven a poblar el Zócalo de ojos/Siembra de migas de pan caliente/Mis ganas de alcanfor adolescente”. Un nuevo rehilamiento del discurso del deseo, la mutua presuposición del destino individual y colectivo: la auto-realización y la emancipación social. Como condimento trae algunos de los mejores versos jamás ensayados por el de Ubeda: “Como si la arena cantara en el desierto/Los cantos de sirena del Mar Muerto”. En lo musical tiene los mismos componentes vocales e instrumentales que son la marca del disco. En relación con los versos de Marcos: el hecho de que provengan de un líder revolucionario y no sean panfletarios enaltecen no sólo a la poesía y sino también a la revolución.

La tensión poética decae con 69 puntoG, un mero relleno, un antidepresivo más pensado en función del hit (fue corte de difusión y por cierto efectivo). Una apelación a las bondades del producto ("Ven a la 69 punto G/Cuando te canses de crecer/Y los sueños tarden en venir") ya perpetrada por los Beatles en Magical Mistery Tour. La idea resulta mejor que su concreción final pero al menos proporciona un descanso mental al desfile de imágenes de los temas prededentes. La idea surgió como parodia a los programas nocturnos donde la gente cuenta sus problemas, lo mejor en la vuelta de tuerca sabiniana, es la alusión sexual del título. Armonías con ecos, efectos, clima acústico y una guitarra distorsionada crean un fondo efectivo, Joaquín canta en plan sorna sin creérselo demasiado. En verdad se trata de un tema de la época de Enemigos Intimos.

Según Sabina, Peces de ciudad es una canción sobre las ganas de huir escrita una noche, entre México y Lima. Realmente cuesta creer que tanta bondad poético-musical (es uno de los momentos culminantes del álbum) haya surgido de manera tan espontánea. Una de las mejores letras que jamás haya escrito. Cotejando su poesía con su biografía, acaso sea el cantautor que más se ha acercado a la idea byroniana de llevar el romanticismo a la propia experiencia (Byron murió combatiendo por la independencia de Grecia, Sabina posee un matiz menor guerrero y más juerguista). Este tema en particular podría verse como una metáfora biográfica enunciada desde el momento del retiro, en especial el magnífico comienzo del estribillo: "Y desafiando el oleaje /Sin timón ni timonel /Por mis sueños va, ligero de equipaje /Sobre un cascarón de nuez /Mi corazón de viaje /Luciendo los tatuajes /De un pasado bucanero /De un velero al abordaje /De un no te quiero querer". La historia de amor se ve por momentos desbordada por el comentario social: “En la fatua Nueva York da más sombra que los limoneros la estatua de la Libertad/Pero en Desolation Row las sirenas de los petroleros no dejan reír ni volar”. Y sí, Sabina se da el gusto de juntar a Lorca (Poeta en Nueva Cork) y Dylan (Desolation Row). La mezcla de lugares reales e imaginarios más la referencia a puntos geográficos (Francia, Holanda, España, Nueva York) y a sitios legendarios (las minas del rey Salomon, Babel, El Dorado) otorgan a sujeto una omniciencia, una ubicuidad espacio-temporal, un absoluto desde donde se enuncia, que lo revisten de una credibilidad ilimitada.
Bajo el tratamiento vocal sucio y desaliñado, hay un melodismo inmejorable, con frases oportunísimas del piano. Es excelente inclusive desde el punto de vista comercial. Arranca como bolero de callejón, sin la pesadez inherente al género: guitarra acústica, percusión, piano y voz, aunque la entrada del sintetizador lo domestica un poco más. El estribillo tiene un aliento melódico inacabable, casi un tema dentro de otro tema.

No es la falta de compromiso político lo que hace al arte denominado “comercial” carente de valor, sino su falta congénita de ideas. El café de Nicanor es un buen contraejemplo de ello: una canción que no habla de nada (o de cosas que Sabina dijo mil veces antes, que es lo mismo), un mero divertimento que ni siquiera posee el matiz metafórico de otros temas, pero cuyo arte e ingenio y tratamiento musical lo hacen una joyita. El tema "prende" a la primera audición cuando hace su entrada el estribillo con el bestiario de personajes marginales: "Estaban Gámez, el astronauta/Gastón el flauta, Mari la tetas/El novillero poeta con su mujer/El pobre don Agapito/Y un camellito sin dientes/Paisano de un primo hermano/De algún pariente lejano/De Ana Belén". En definitiva sí es un tema altamente político en tanto muestra las filiaciones afectivas del sujeto. Esta es la primera narración hecha y derecha, lo cual habla de un cambio profundo respecto de los discos anteriores.
Un “vaudeville-griego o gitano” con sellos sonoros de violín, saxo y mandolina, coro de juerguistas obligado y una percusión de entre casa que termina avasallada por la batería con un entusiasmo de farra. Un clima “in crescendo” arrastra al motivo central a la salida del primer estribillo.

Lágrimas de plástico azul es una síntesis de Caballo de cartón, Las 6 de la mañana y Los perros del amanecer. Otro tema que incursiona en la senda segura del cliché. La clave está en el estribillo, ahí es donde el tema gana fuerza musical y también vuelo lírico: "Lágrimas de plástico azul rodando por la escalera/Tribus de los mares del sur al oeste de la frontera/Labios de papel de fumar, sabios que no saben nada/Náufragos en la catedral, telarañas acostumbradas/A hacer noche en el cristal". Rock and pop hecho y derecho (en colaboración con Fena Della Maggiora, ex del Fontova Trío) con arreglos de vientos y un tratamiento vocal interesante desde la matización.
Yo también se jugarme la boca (según Joaquín, "un vals peruano hecho por alguien que ha hecho rock") es junto con Vámonos p´al sur el otro tema que remite al título del álbum y su foto de boxeador apaleado pero en pie, dispuesto a dar batalla en el terreno del arte, de la vida y del amor ("Yo también se jugarme la boca/Yo también sé besar"). Como casi todas las historias de amor del álbum y de la obra de Sabina en general, está aparece marcada por la fugacidad: “Porque siempre hubo clases y yo no doy bien de marido, otra vez a perder un partido sin tocar el balón”. Y sí, Sabina escribió esta canción innumerables veces pero siempre de manera impecable. Es una extensión, metafórica y temática, de Peces de ciudad.
En ¾, a base de percusión y acústicas con un buen arreglo de guitarra. Joaquín canta en doble registro al unísono. A juzgar por el testimonio de Pancho Varona, el tema fue maqueteado con músicos de Chabuca Granda.

Arenas movedizas se mueve de manera oscilante entre los grandes referentes del disco, puede ser un apéndice de alguno de ellos o una zona de cruce o punto de reunión de varios. Sus temas no son nuevos: la desorientación de quien transita entre un estado y otro, el acecho de la muerte y su conjuro (“A mi cita fui pero el horizonte se había cansado de esperar/Me llamó San Pedro por mi nombre y no le quise contestar”) pero la referencialidad no consigue hacer pie en medio del lirismo. Tiene un toque más eléctrico y unos coros bastante desprolijos, acaso como cálculo. Inspirada (en espíritu) en I shall be released, de Dylan.

Con su ritmo centroamericano y su propuesta sensual, Ya eyaculé (originalmente Vístete de putita), inicia la fase final del álbum marcada por la referencialidad. Para Sabina lo tropical, lo centroamericano, ancla siempre en el malecón cubano y más aún para un tema que rebosa semen por todas partes. Otra apelación al sexo y van. Sabina puede nombrar las cosas crudamente si caer en lo banal gracias a su talento poético. No hay mucho temas que redunden sobre la eyaculación así como así, pero tampoco los hay que contengan versos como "No hace falta permiso/Para rodar desnudos por el piso/Como dos sordomudos/Sin otro paraíso/Que el que mi lengua invoca/A las puertas del cielo de tu boca". ¿Los grupos contestatarios e inconformistas acaso estén disconformes contra su incapacidad de generar una forma poética de expresión?
Hay versos intercalados de y como homenaje a Nicolás Guillén. La guitarra sostiene el tema con un motivo sencillo, la percusión sabrosona y el violín arman el resto del decorado.

De Cuba a Buenos Aires. Cuando me hablan del destino es un “tango italiano”, ("un poco de emigrantes con maleta de cartón y de comienzo de El Padrino"). Piano y contrabajo más charleston y mandolina con una impronta biográfica. Isotopía lunfarda con incrustaciones del francés y el inglés.
Si bien se inscribe en un presente de derrota, Sabina reafirma su filosofía de levantarse después de la caída: “¿De qué voy a lamentarme?/Bulle la sangre en mis venas/Cada día al despertarme/Me gusta resucitar?". Si bien la mayor parte del tiempo el sujeto se deja hablar por el discurso del tango, el final va a contrapelo del género con ese “está mal visto llorar”. El antecedente es el antediluviano Tango del quinielista, muy criticado por Joaquín. ¿Cabría ver aquí una especie de acto de justicia? Originalmente la música era la de Mano a mano, pero por problemas legales debió incluir una nueva.

Nota: el reescribir letras ya existentes parece ser una habilidad habitual en Sabina. Originalmente su oficio consistía en versionar al español textos en otro idioma; luego comenzó a hacerlo con textos escritos directamente en castellano, como por ejemplo Tango para Valdano, que se canta con música de Malena.
"Ya no cierro los bares ni hago tantos excesos/Cada vez son más tristes las canciones de amor". Camas vacías es el tema donde Sabina ofrece al público lo que este espera: el sujeto biográfico contando su alejamiento de la noche después de su infarto. Su lugar casi al final refuerza este sentido. Hay una continuidad con el tema anterior en el sonido de mandolina y el aire de despedida con el coro de amigos que lo consuela, una especie de “Adios muchachos” del reviente (y algo, o mucho, de tango hay con eso de “su boca que era mía”). El paso del tiempo aparece marcado desde la misma óptica de Ahora que... Y sin embargo, paradójicamente, el tema seria muy anterior y habría sido retomado para este disco.

El cierre trae el españolismo gitano de Semos diferentes con palmas, guitarras, acordeón y bajo. Mundo posmoderno, más bestiario de relato policial, más eclecticismo idiomático. El mismo problema que con La biblia y el calefón (aunque en este caso, por tratarse de cine y no de TV, la composición y la producción están a otro nivel), esos cálculos dudosos consistentes en ingresar a una obra coherente agregados extemporáneos. A su favor digamos que a muchos les gusta y es un cierre festivo a base de buen humor e insolencia.

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